Quantcast
Channel: lo feo se pega
Viewing all articles
Browse latest Browse all 10

“si durmiera lo suficiente escribiría horóscopos” o “el erotismo ochentero termina en la basura”

$
0
0

Hoy me hubiera levantado de la cama con una buena dotación de tolerancia, si no fuera porque vi cierta película que me provoca un antojo de servirme en término medio al napalm, todo lo que es azul y huele a pachuli. En algún momento de mi vida me apodaron Garganiel y ahora, en este remix 3d de los pitufos gigantes con pocahontas, siento náuseas y orgullo por mi antiguo apodo. Es por eso que hoy mi tolerancia se fue al caño a pesar de que hoy volví a soñar que moría (eso, por lo general, me apacigua por un buen rato)

Todo tiene relación con este video (si no lo soportan, lo comprendo perfectamente, pero un vistazo al ridículo de la moda pasada, siempre hace que uno se alegre por vivir en el presente y haber dejado esa horrible época atrás, ja)

El caso es que, como ser primitivo del siglo XX,  creo que mis sueños son premoniciones y me los tomo en serio (sobre todo si me muero, claro… o si sueño que tengo una motoneta y me matrimonio -ver otra entrada del blog) En fin, el caso es que lo único que recuerdo es que yo moría mientras escuchaba esta canción:

En esa época cuando todo parecía producido en bollywood, se puso de moda esta canción. La única explicación que podemos formarnos para comprender el éxito de esta canción es que “bailar”, en los ochenta, era pegar los pies al piso y rebotar, en cambio, mientras uno bailaba la lambada, de pronto uno pasaba el muslo por entre los muslos de la pareja y ella por los de uno; había un arrimoncito por acá, unos roces por allá. Una maravilla para todo adolescente con comezones (que son todos, espero)

Yo era un puberto cuando apareció esta canción, pero un par de años más tarde, en un viaje escolar a un pueblito, donde seguía de moda esta canción (y seguramente está de moda todavía) una muchachona más grande que yo (dos años, creo) me enseñó las maravillas de la lambada.

El caso es que recuerdo esa historia cursierótica y cada vez que soñaba que moría oyendo la lambada, me daba ternura y añoranza, como los viejitos que anhelan un paro cardíaco en el acto (que asco me doy a veces) y que dicen “que bonito morir así” cuando no se imaginan cómo continúa la historia para el otro, quien, sin querer se vuelve en necrófilo por lo menos por un instante… pero, bueno, qué más da, si uno ya está muerto ¿no?

Pues ya no se me antoja morir oyendo la lambada. De hecho, ahora esta melodía es, para mi, como los temas con pianito o campanitas que ponen en las películas de horror para avisar que el/los personajes a cuadro están a punto de morir.  El otro día fui a comprar cosas para hacer mis famosos desayunos y, cuando estaba pagando, escuché la lambada a mis espaldas… un camión recolector de basura al que le habían cambiado el “pip – pip – pip” que suena para avisar que va de reversa, por la lambada. 

Terrible final el que me espera.



Viewing all articles
Browse latest Browse all 10

Latest Images





Latest Images